Cada cual guarda diferentes recuerdos de la infancia. La noche de Reyes es uno de esos episodios que más nos acercan a la niñez y al amor por nuestros padres y hermanos. Aquella primera bicicleta, el mecano, el ansiado videojuego o cuando el paje se nos apareció en el balcón con cierto aire a nuestro tío, pero con turbante y el rostro bronceado...
En Dénia vivimos los reyes con pasión. Por la tarde nos abrigamos bien y en los últimos años caminamos hasta el puerto donde desembarcan majestuosos los Monarcas de Oriente: Melchor, Gaspar y Baltasar. Es una alegría ver llegar al barco engalanado con los tres magos en la cubierta, saludando antes de amarrar en el muelle. Después comienza la cabalgata con las carrozas y la participación de toda clase de colectivos sociales, cuyos integrantes se caracterizan para lograr que la magia se refleje en el rostro de los niños en cada paso de la comitiva real.
La Calle del Marqués de Campo es, sin exagerar, uno de los lugares más bellos para contemplar un desfile. La gran arboleda –ahora con los plataneros sin prácticamente hojas por el invierno– nos proporciona un escenario radiante, un túnel vestido de luces e imágenes navideñas.
Vale la pena ser niño, pero toda la vida. Sin que el paso de los años nos reste ilusión, más bien todo lo contrario.
Feliz cabalgata.
El Equipo del Marino.
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