No se asusten por el contenido, este relato es real como la vida misma, sucedió en una consulta médica de Valencia
El tensiómetro había dejado de temblar sobre mi brazo y yo mantenía la mirada perdida mientras esperaba que el equipo médico me dijera algo. Entonces enfoqué la vista sobre la mesa de curas y vi una caja de guantes de látex cuya marca era "denia".
Mis pensamientos se dispararon. ¿Utilizaban el nombre de mi ciudad para protegerse las manos, para no contagiarse de enfermedades ni dejar todo tipo de bacterias sobre las heridas de los pacientes? ¿Al no poner la mayúscula y el acento podían haber registrado el nombre de un municipio, sin problema alguno?
Dénia, Ciudad Creativa de la Gastronomía de la Unesco quedaba entonces reducida a unos guantes... en aquella sala de espera hospitalaria, con mi tensión por los suelos...
Entró el médico y la enfermera (podría haber sido al revés pero se cumplió el tópico). Leyó con seriedad mis datos y, cuando pensaba que me ida a comunicar un diagnóstico preocupante, soltó:
- ¿De dónde eres?
- Dé Dénia. Respondí yo.
Entonces le cambió el gesto de la cara y me preguntó si le recomendaba algún restaurante.
Me sentí aliviado. El médico entraba a jugar en mi terreno de juego y mi virtud era el contraataque. Incluso me reconcilié con aquellos guantes que me habían transportado mentalmente a la Marina Alta, allí, en la cajita, bañados en polvos de talco.
Empecé por El Marino y seguí con dos o tres nombres más. El médico le pidió a su compañera que apuntara en un papel. Era curioso. Parecía que las recetas las prescribía yo en forma de puchero de pulpo, gambas, arroz de barca, caldereta, erizos...
Al salir de la consulta reflexioné sobre lo acontecido. Al pronunciar –años atrás– el nombre de Dénia en Valencia, Barcelona o Madrid la gente me comentaba aquello de: "que bonitas playas", "tengo un apartamento", "mi prima veranea allí" o "en agosto cogí el ferri de Ibiza".
Ahora, sin embargo, cuando suena Dénia, te hablan directamente de gastronomía, de restaurantes, de platos exquisitos, de gamba, de arroces y, como no, de Quique Dacosta.
La tendencia ha cambiado. ¿Dénia ya es más gastronomía que turismo? ¿o quizás empezamos a vivir del turismo gastronómico?
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