Nos ha dejado Pedro Bordes, alma del Marino

Su elegancia a la hora de servir era única y su rostro joven, de edad indeterminada, se mantuvo intacto hasta bien entrada la vejez. A veces solía bromear junto alguno de sus hijos. Se quitaba las gafas, se ponía a su lado y decía aquello de “¿quién es el padre y quién el hijo?”.

Era un hostelero a la vieja usanza, correcto, serio y amable. Cuando te convertías en alguno de sus clientes y amigos, entonces ya era capaz de arrancarte unas carcajadas con su amplio repertorio de chistes.

Fue uno de los puntales de la efervescente cocina dianense desde que su padre, Pascual, abriese el restaurante El Marino (Vino el Marino) en 1949. En la década de los noventa recibió el homenaje de la Asociación de Empresarios de la Hostelería y Turismo de la Marina Alta por toda una vida dedicada a la hostelería. Era un hombre sencillo y atento, de aquellos que hacen que te sientas bien a su lado. Entrañables eran las horas en las que se reunía tras la barra con grandes amigos y restauradores; como Diego Mena (Restaurante Mena) y Rafael Marsal (Restaurante Les Drassanes), por citar algunos. De todas las partes de España venían a verle para probar sus tapas y certificar lo bien que hervía la gamba de Dénia en El Marino.

Junto a su padre y su hermano –primero– y después con sus hijos trabajó duro para mantener el negocio familiar. Siempre sacó tiempo para criar y enseñar el oficio a sus hijos, bien en el bar o en la playa de les Bovetes, donde residíó durante décadas. Sus últimos años los pasó feliz junto a Ani, su mujer, viendo crecer a nietos y nietas y cultivando toda clase de hortalizas en su terreno de la Xara. El pasado jueves 18 de junio, a los 77 años, nos dejó tras una enfermedad contra la que luchó hasta el último día. Pedro Bordes cierra un brillante capítulo de la historia de la gastronomía de la capital de la Marina Alta. Descanse en paz.

La familia Bordes Seva quiere agradecer a todos los amigos y familiares las muestras de cariño recibidas.