La sensación es gratificante. Le ocurre a menudo a los hosteleros y es difícil ocultar el buen rollo. Uno comienza teniendo un cliente y acaba convirtiéndolo en un amigo, es decir, que la relación traspasa la barra del bar, los fogones y la calle de tu propio negocio.
Es lo mejor que tiene ganarse la vida en un restaurante. Conoces a toda clase de personas, les sirves, te enriqueces personalmente con sus conocimientos...
La semana pasada Bati Bordes (gerente del Marino y responsable de los platos que se cocinan en los tres restaurantes) viajó hasta el Casal de la Falla de Pere en Valencia. Una comisión que nos visita a menudo y que decidió contar con Bati para que preparase la cena con la que despidieron al viejo Casal de esta histórica falla que se planta en el barrio de Russafa (Pintor Salvador Abril-Pere III El Gran).
Bati preparó una llandeta de peix para los falleros y cogió el compromiso de volver a cocinar para las falleras cuando inauguren el nuevo Casal. Fue una noche agradable y divertida. Bati nos cuenta que se lo pasó en grande en un evento que no suele ser habitual para los miembros del Marino (trasladarse desde Dénia a Valencia para preparar una cena).
Pero volvamos al principio y al tema de cómo se cosechan los amigos. Y es ahí donde entran los Senadores de la Falla de Pere. Un grupo de falleros especial, que ama nuestra gastronomía y que potencia la amistad allá donde va. Nosotros estamos agradecidos y sabemos que ellos también.
Visca la Falla de Pere!
Ens vorem prompte!
El Equipo del Marino
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